martes, 21 de julio de 2015

No me robaron, le pagué $50 para que no me roben.

En mi almuerzo familiar de todos los sábados uno de mis primos contó un suceso de su semana.

La historia arranca como el título de esta nota:
"Me robaron, bah, no, No me robaron, le pagué $50 para que no me roben".

Mi primo pidió que se le proteja la identidad por lo que lo apodaremos "Norman".

Norman es un chico alto y flaco, con cara de bueno.

Volvía de tenis como siempre desde Libertador por Federico Lacroze hasta Cabildo.
A la altura de 11 de septiembre más o menos se le acerca un "Ameeeo" y le dice:
-"Dame el celular o te fajo".

A Norman que no le gusta que lo fajen, trata de dialogar con el ladronzuelo y le pide de muy buena forma que no lo moleste.
Como vio que la situación no tenía salida y luego de recibir la amenaza de que si corría lo iba a ir a matar, decidió que debía entregar algo de plata.

Al abrir su billetera encuentra dos billetes, uno de $100 y otro de $50. En una rápida evaluación del panorama saca el billete de $50 y le dice:

-"Mira lo que te estoy dando".

El chorro contesta:
-"No te asustes ameo, no te voy a robar".

Y lo saluda con un típico saludo de manos (choque de mano y luego de puño).


Norman nos detalló dos cosas:
1) Que el sujeto tenía los ojos muy rojos.
2) Que cuando chocaron manos, el chorro lo corrigió para que lo hagan con la otra mano, ya que con la izquierda es "la falsa".

Muy loco a donde llegamos. Impunidad total.


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